
En una explicación sencilla de esta introducción, quizás resulte más comprensible si decimos que un vehículo que circula a elevada velocidad, necesita más espacio para detenerse en condiciones de seguridad adecuadas en caso de frenada brusca para evitar un accidente; que uno que circula a baja velocidad.
Por ello, son numerosas las colisiones por alcance, dentro de la accidentalidad, como consecuencia de una ausencia de vigilancia de estos espacios necesarios entre vehículos para que no se produzcan reacciones en cadena. En definitiva, por no guardar adecuadamente la distancia de seguridad.
Esta distancia de seguridad, se rige por unos criterios de protección del vehículo por todos sus lados, no solamente en el caso anteriormente citado. Por ello, hay que mantener un espíritu protector en todas las direcciones posibles, es decir, delante, detrás y laterales. Con ello conseguimos definir un espacio propio, respetando el espacio del resto de vehículos, proporcionando una seguridad en el tráfico, evitando invadir los espacios de protección de otros usuarios de las vías. Dicho de otro modo, evitar accidentes por choques, alcances, frontales, laterales, etc.
Conforme a la normativa vigente, la distancia que hay que mantener entre el vehículo que se conduce y el que nos precede, debe ser tal que nos permita detenernos sin colisionar con el; y si no tenemos intención de adelantar, que permita a otro vehículo adelantarnos sin riesgo, situándose entre el que conducimos y el que nos precede.
La distancia entre dos vehículos que se cruzan en dirección opuesta o que circulan paralelamente en maniobras de adelantamiento, debe ser la adecuada para que se asegure la ausencia de riesgo para ambos vehículos.
Como se ha dicho anteriormente, las distancias de seguridad son proporcionales a la velocidad de circulación, resultando que a mayor velocidad, mayor distancia de seguridad se necesita. Y todo ello, valorando a su vez el tiempo que tardamos en reaccionar (mayor a mayor velocidad- aumento de tiempo y distancia de reacción), por lo que tardamos más en frenar y detener el vehículo. Del mismo modo, esta consideración de aumento de tiempo de reacción y respuesta, es aplicable a los fenómenos meteorológicos adversos (lluvia, hielo, etc.), como materia deslizante, y por lo tanto, las condiciones óptimas de seguridad, pasan por una correcta conservación de la distancia de seguridad.
En el cumplimiento normativo, resulta difícil pensar que estamos acertando con las distancias de seguridad adecuadas, por no disponer de elementos en los vehículos que nos permitan saber si la distancia de seguridad es adecuada o no. Por ello, existe una regla de uso común, que es la de los 3 segundos. Para calcularla durante la conducción, es necesario fijar un punto de referencia por el que el vehículo que nos precede, pasará antes que nosotros. Justo cuando haya pasado por dicho punto, contaremos 3 segundos (contando "mil uno, mil dos, mil tres"). Si pasamos por el punto de referencia antes de acabar de contar, nuestra distancia de seguridad será escasa. Si coincide con el punto de referencia, o superior, será suficiente.
A velocidad de 50 km/h: Distancia de Seguridad = Regla del Cuadrado = 52 = 25 metros.
A velocidad de 90 km/h: Distancia de Seguridad = Regla del Cuadrado = 92 = 81 metros.
A velocidad de 100 km/h: Distancia de Seguridad = Regla del Cuadrado = 102 = 100 metros.
A velocidad de 120 km/h: Distancia de Seguridad = Regla del Cuadrado = 122 = 144 metros.
La "distancia de seguridad" en calzadas mojadas será el doble que en las de calzadas secas.
Ejemplos de 'distancia de seguridad' en calzadas mojadas:
A velocidad de 50 km/h: Distancia de Seguridad en calzadas mojadas = 2x52 = 50 metros.
A velocidad de 90 km/h: Distancia de Seguridad en calzadas mojadas = 2x92 = 162 metros.
A velocidad de 100 km/h: Distancia de Seguridad en calzadas mojadas = 2x102 = 200 metros.
A velocidad de 120 km/h: Distancia de Seguridad en calzadas mojadas = 2x122 = 288 metros.