30 de abril de 2008

EDUCACIÓN VIAL

Este blog será, sin duda alguna, un foro inigualable para contribuir a ampliar conocimientos viales, y comprometernos conjuntamente a velar por una seguridad vial más efectiva, con un nivel de aplicación más extendido y que nos permiten mantenerla al alcance y servicio de todos.
Una de las características que definen nuestra sociedad actual es el uso generalizado y masivo de los vehículos, tanto en los desplazamientos por motivos de trabajo, como para otras cuestiones relacionadas con actividades diarias no laborales, es decir, que utilizamos el vehículo prácticamente para todo, incluso dentro de la misma población.
Todo ello multiplica potencialmente los índices de probabilidad de ocurrencia de accidentes, sea cual sea su magnitud, y en cuya producción intervienen tres factores fundamentales: hombre o mujer, vehículo, y vía. Los accidentes, de los que no estamos libres ninguno de nosotros, generan daños y víctimas, y la sociedad actual no puede permitirse el lujo de seguir sufriendo este desgaste. Está comprobado estadísticamente que el principal causante de accidentes es el hombre o mujer, tanto por sus errores en la conducción, como por el incumplimiento normativo en la vigilancia de la seguridad vial, lo que le convierte en objetivo de atención pormenorizada. Son causas frecuentes de accidentes los excesos de velocidad, influencia de bebidas alcohólicas y su repercusión en la seguridad vial, conducción temeraria, despistes, imprudencias, etc. La base común de todos ellos, la inexistencia de concienciación y sensibilidad de los resultados dramáticos que pueden ocasionarse con esas conductas inapropiadas. Se sobreentiende que no todas las personas tienen un concepto claro del valor de la vida, tanto de la propia, como de la del resto de personas que comparten espacio y tiempo. La falta de concienciación social y de respeto hacia la vida de los demás, el incumplimiento o transgresión normativa, y comportamientos irresponsables, son factores concomitantes que intervienen en los accidentes de tráfico.
Como preocupación social que nos incluye y afecta, hay que buscar soluciones positivas que contribuyan a minimizar la accidentalidad y las víctimas que provoca, entendiendo que este problema tiene una raíz sociológica que requiere una especial atención y actuación básica sobre las conductas, mediante una formación adecuada que modifique nuestros hábitos y comportamientos incorrectos en la seguridad vial. La Educación Vial se plantea como uno de los elementos formativos más útiles, activos e incisivos de cara a la generación de unas conductas sociales responsables adaptadas a la necesidad de intervención sobre el tráfico y su accidentalidad, bajo el influjo de las reflexiones que todos y cada uno de nosotros aportemos, debiendo encauzar nuestro compromiso social a través de ella porque dispone de un campo de aplicación estructural con componentes sociales importantes, que conjuga el cumplimiento normativo con la normalización del tráfico, para que no existan accidentes, ni víctimas. Nos permite introducirnos en la vorágine del tráfico con unos conocimientos mínimos que nos ayuden a mantener emergente el espíritu de seguridad vial, y nos garanticen una circulación ordenada, donde el respeto mutuo entre las personas convierta las conductas inapropiadas en el reconocimiento de una sensibilidad de naturaleza colectiva.
La Educación Vial no consiste exclusivamente en conocer las señales, sino que, mediante una metodología de asociación de significados de los elementos del tráfico, se fomenta el aprendizaje de conductas y respeto normativo como primer eslabón de una cadena formativa que se sumerge en la problemática social de la circulación y su accidentalidad, aportando medios y recursos para erradicarla, o intentar minimizarla lo máximo posible, tanto en daños materiales como humanos. Se imparte principalmente en los colegios, a través del profesorado, como temas transversales de los currículos educativos (en un futuro se incorporará definitivamente como una asignatura más); y por Policías Locales Monitores de Educación Vial, como conocedores de la normativa y perspectiva profesional en términos de intervención. Para aquellas personas que no han aprendido nunca conocimientos viales (personas que no obtienen ningún tipo de carnet, o que no tienen formación escolar, etc.), y cuyo tránsito circulatorio por nuestras calles y carreteras puede considerarse como una deriva sustentada en su experiencia aproximada y sin una base mínima, la Educación Vial representa un comodín que puede ayudarles a combatir la confusión y problemas que el tráfico actual les genera.
Los índices mínimos de accidentalidad y mortalidad derivada de accidentes en nuestro entorno más próximo, no son justificación suficiente para evitar, esquivar o rechazar la Educación Vial, o restarle valor. La responsabilidad formativa debe asumirse como una función compartida, sabiendo que el ámbito familiar y ocioso ejercen una fuerte influencia en el desarrollo psicosocial de las personas. Y es por ello que la Educación Vial que se imparte en los Colegios, también debe reforzarse por la familia fuera del horario escolar para que sea exitosa al 100%, pero para ello, deben tenerse unos conocimientos viales correctos para fortalecer el mensaje formativo.
La Educación Vial puede interpretarse como una sinergia y convergencia en la búsqueda de rutas que consigan una homogeneización cultural de la seguridad vial al amparo de unos valores adecuados, con la colaboración, consenso, y acción integradora, de Colegios, Monitores de Educación Vial, Familia, instituciones y organismos, para que se incorpore como una característica más de nuestra riqueza cultural, y como responsabilidad social de conjunto. Puede destacarse que la Educación Vial es un continuo proceso de reciclaje, tanto para quienes tienen conocimientos viales, como para los que no: los primeros para recordar y no olvidar; y los segundos para aprender. El amplio abanico de aplicación, alcanza bastantes colectivos susceptibles de recibir Educación Vial: tercera edad, madres y padres de alumnos, personas con discapacidad o movilidad reducida, necesidades educativas especiales, amas de casa, etc.
Como objetivo prioritario de la Educación Vial, hay una dirección obligatoria hacia la infancia, para que en el futuro dispongan de unos conocimientos y conductas adecuadas, proporcionales al esfuerzo formativo y corrector que la sociedad actual invierta en seguridad vial. En la circulación de vehículos y personas, los niños son el elemento más débil y desprotegido en todos los aspectos, y de ahí precisamente nace la preocupación de que haya que enseñarles a conocer el medio y su peligrosidad latente, las dificultades que plantea en su desarrollo psicomotriz, la existencia de personas con movilidad reducida y necesidades educativas especiales, etc., debiendo inculcarles conductas ejemplares que reflejen nuestro compromiso social, para que contribuyan ellos también a desarrollar una sociedad más humilde, tolerante, solidaria, y responsable.
Debemos colaborar desde todos los frentes en la expansión de la Educación Vial como responsabilidad compartida, cuya repercusión nos afecta a todos por igual, para que nos conduzca a una Seguridad Vial digna de los tiempos en que vivimos, y haya cada vez menos accidentes, y menos víctimas. Aunque no nos demos cuenta, a diario se producen accidentes, y solamente reflexionamos y recapacitamos cuando nos toca de cerca, y es por ello precisamente que no hay que esperar a que llegue tal extremo, sino que podemos evitarlo con pequeños esfuerzos, que, tras la suma de nuestras individualidades, alcance colectivamente un logro social importante.

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